Como cada año, el 16 de abril, se conmemora el Día Mundial de la Voz. Una fecha que pone en valor la importancia que tiene la expresión verbal para transmitir pensamientos, ideas, sensaciones o sentimientos. En el ámbito familiar, con nuestros mayores y en las relaciones cotidianas, la voz juega un papel fundamental.
Independientemente de los aspectos relacionados con la voz y sus cuidados, vamos a centrar nuestra atención en la voz como herramienta de comunicación para potenciar nuestras habilidades en el diálogo, las relaciones personales, profesionales y sociales. Y muy especialmente en la situación que vivimos por pandemia en que la voz se filtra a través de mascarillas y es necesario trabajarla y educarla.
En el ámbito de la sanidad, en hospitales y centros de mayores, es de gran utilidad comunicarnos mejor con la voz, con el tono y el ritmo adecuados. La voz es importante para la motivación del paciente y el buen intercambio de informaciones precisas en los procesos de rehabilitación. La voz es un elemento para fomentar la cercanía y mejorar la calidad de vida de las personas mayores en todas las situaciones que se presentan en los centros donde desarrollan su vida.
Las voces pueden clasificarse de forma generalizada, ya sea en mujer u hombre, en agudas, graves y medias. En el canto, hay una clasificación más exhaustiva que diferencia bajo, barítono, tenor, contralto, mezzosoprano y soprano, pero en el aspecto de la comunicación humana trabajamos con una clasificación más reducida que van del tono grave al agudo.
Educar y trabajar la voz para expresar con naturalidad
Lo primero y fundamental es conocer nuestra voz. No estamos acostumbrados a oírnos en voz proyectada. Es decir, en una grabación de audio en cualquier equipo de registro, en el teléfono móvil por ejemplo. Lo normal es que no nos reconozcamos: “¡Esa no es mi voz!”. Es necesario aprender a reconocer nuestra voz para después matizar, elevar tonos graves o bajar los agudos. Es muy sencillo: leamos una frase en voz alta, grabemos en el móvil y observemos si nos suena bien o mal, demasiado alta, baja, ritmo lento o rápido. Y podemos dar a escuchar el fragmento a otra persona para observar qué sensaciones genera en ella este mensaje: duda, firmeza, cercanía, frialdad en la comunicación.
Podemos educar y trabajar nuestra voz con ejercicios apoyados en la respiración, pronunciando frases cortas, separando las sílabas y jugando con los tonos altos, medios y bajos. Primero elevando la voz, luego bajándola a tono medio normal de conversación, y por última bajando la voz casi susurrando. De esta manera, con la práctica conseguiremos evitar la monotonía y remarcar con fuerza nuestras palabras.
El ritmo, el tono, los registros
Es importante hablar a una velocidad adecuada a los mensajes que emitamos. Si vamos muy rápidos no vocalizaremos adecuadamente, se perderán letras de las palabras y el mensaje perderá efectividad. Si, por el contrario, vamos lentos, nuestra comunicación será aburrida y poco ágil. Leamos en voz alta de manera que vayamos adecuando el ritmo a las necesidades de los mensajes y lo que vamos a comunicar: una presentación en público, una clase ante los alumnos, la negociación y el diálogo personal con las personas de nuestro entorno, con los mayores que requieren un tono más alto por su dificultad auditiva en algunos casos.
Si somos capaces de subir o bajar el tono y además obtener diferentes registros de la voz -formas de hablar- conseguiremos centrar la atención de nuestros interlocutores.
Papel de la voz en pandemia
La voz juega un papel fundamental en la comunicación en pandemia. Ya sea en escenario presencial u online, es la herramienta de la que nos servimos para expresar mensajes en las diferentes situaciones que se nos presentan: conversaciones de los interlocutores con la mascarilla puesta, distancia de seguridad, mamparas.
Y, por supuesto, con el auge de las conversaciones en videoconferencias o plataformas de comunicación online, la voz es la herramienta en la que nos apoyamos, junto a la imagen, para realizar de forma efectiva todo tipo de contactos o reuniones. En la media en que manejemos mejor la proyección de nuestra voz, su claridad, y mantengamos un ritmo adecuado, podremos “persuadir”, “seducir”, “concretar”, “afianzar” y generar ideas con las palabras que pronunciamos.
La transmisión oral y el poder de los silencios
Hagamos de la voz también un vehículo de transmisión de conocimiento que durante siglos nos ha acompañado. La transmisión oral ha sido básica en siglos pasados. Era la forma en que costumbres y tradiciones pasaban de generación en generación. Después vinieron los avances tecnológicos que eran capaces de “conservar” el sonido, como el fonógrafo de Thomas Alva Edison desde 1870, hasta el fenómeno de la radiodifusión posteriormente y la grabación digital de nuestros días.
Siempre ha habido interés por “guardar las voces”, conservarlas en el tiempo como testimonio del pasado y para atestiguar lo que decimos y cómo lo decimos. Una voz no es solo lo que digo, es lo que expreso con el tono, el ritmo y la cadencia. Y algo, muy importante -los silencios- ya que a veces se dice más con lo que no se dice que con las propias palabras que expreso.
“La voz es la herramienta que nos sirve para comunicar con eficacia”
Julio García Gómez. Director de Comunicación del Grupo Casaverde